martes, julio 24, 2007

¿Porqué una reforma hacendaria?

Acabo de ver un spot de televisión pagado con dinero de los impuestos que pretende responder esta pregunta ennumerando los problemas que SIEMPRE ha tenido el país, lo que los gobiernos en turno siempre han prometido que van a arreglar.

Miles de deltas mexicanos van a llenar su frágil mente con las conmovedoras imágenes en alto contraste de personas viviendo en casas de lámina, enfermos, viejos, mugrosos, haciendo largas filas para conseguir una cubeta con agua.

A partir de ese momento, la mayoría de los televidentes - los muy pendejos - a pesar de ser personas trabajadoras, que redondean sus centavos en el super para comprar computadoras para escuelas rurales y malacostumbran a la gente de la calle a no trabajar dándoles aunque sea un peso diario, a pesar de todo eso, van a sentirse culpables y directamente responsables de la pobreza extrema del 10% de la población nacional.

Las psiques más débiles van a pedir a gritos que les cobren más impuestos para calmar los alaridos de su conciencia.

Como si pagarles unas vacaciones en las Bahamas y un peine de oro a los diputados fuera a darles una casa, sanar, rejuvenecer y limpiar a toda la gente que vive en pobreza extrema.

Los spots del gobierno, paulatinamente fueron pasando de ser explicaciones y justificaciones, a ser simple y llanamente pendejadas.

No hay un solo día en el que no vea un maldito spot del gobierno, y eso que no estoy pegado a la tele todo el día, el gobierno está gastando más dinero en publicidad que la cocacola.

Como este hecho es evidente, flagrante e innegable, algunos de esos spots hacen una aclaración, “La Cámara de Diputados no gasta en anuncios de televisión. Dispone de tiempos oficiales previstos por Ley” ...

Seguramente la ley ha de preveer también los estratosféricos gastos de producción, fimación y edición.

Yo entiendo que su trabajo sea verle la cara de pendejo al pueblo, no les voy a decir cómo hacer su trabajo, pero cuando menos el estúpido de Fox de vez en cuando decía pendejadas para aligerar la tensión.

Odio a la gente, en especial a los que me quitan dinero no solo para financiar sus pendejadas, sino también para querer justificarlas mediante lavados de cerebro televisados.

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