miércoles, abril 05, 2006

Define infierno

Un asiento de microbús más mugroso que la banqueta debajo de un puesto de tacos.

A la izquierda está el pasillo.

Más bien el vientre de un maldito cerdo disfrazado de humano, no se sabe si el disfraz está completo, ya que desde el asiento solo se vé su gelatinosa hectárea de tejido graso agitándose en cada curva y bache, amenazando con dar la peor de las muertes por asfixia a quien se anime a girar la cabeza en su dirección.

A la derecha, en el asiento junto a la ventanilla, y de hecho con una nalga en el asiento del pasillo, un enorme ser de aspecto extraño y presumiblemente amorfo, la presencia de bigote y la voz grave no son evidencia suficiente para determinar su sexo, lleva entre sus garras a su cría, misma que despide un poderoso aroma a mierda, único olor capaz de competir con las axilas del cerdo de la izquierda.

Por si fuera poco, la cría emite un graznido infrahumano a intervalos regulares, cuyas pausas permiten escuchar el infame soundtrack del microbusero, (juy, pipipipipipí) a través de sus bocinas ubicadas estratégicamente en cada esquina del vehículo.

El reproductor de mp3 sin batería.

La única luz encendida en el interior del micro es una lámpara de luz negra, misma que le dá un resplandor enceguecedor a la colección de calcomanías, pendejaditas de plástico y demás chingaderas fluorescentes que colecciona el chofer.

Por si fuera poco, ese chofer afectado por el síndrome de Diógenes, también padece tabaquismo, y ya he dicho sufucuente acerca de los pendejos que fuman.

Este tipo de mamadas y no los videojuegos violentos son los que causan los homicidios múltiples, ya lo dije, pero lo reitero.

¡COMO ODIO A LA PINCHE GENTE!

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