domingo, octubre 15, 2006

¡Los rudos los rudos los ruuuudooooos!

Estoy hasta la madre de los estériles debates que entablan los idiotas cuando por fin descubren que la lucha libre es un ejercicio coreográfico, como bien lo indica Lisa Simpson.

Específicamente estoy hasta la madre de que tengan sus discusiones estúpidas en el mismo camión que yo, si dependiera de mí, se irían a decir penjadas a otro sistema solar.

Tomando en cuenta el sobrecogedor alud de obviedades que nutren sus acaloradas discusiones, solo tendré oportinidad de analizar los comentarios más idiotas:

Comentario obvio número 1

"Ni se pegan de a deveras"

No hay que ser un experto para notar que los luchadores se "pegan" con la mano abierta y dan un zapatazo en la lona para que se oiga como si hubiera sido un chingadazote, las patadas las sueltan anunciadísimas, para que el "oponente" tenga tiempo de poner dura la panza y minimizar el putazo.

Sin embargo, los aficionados a las luchas no esperan ver peleas reales, saben que todo el encuentro está en mayor o menor medida controlado, en caso contrario son unos pendejos.

Si alguien quiere ver madrizas reales, puede ir tranquilamente al tres veces heróico barrio bravo de tepito y comprar un DVD de "bumfight" "UFC" o el caserísimo "Las mejores peleas callejeras".

El último es tan real que ni portada tiene, solo es una hoja de papel bond con el título escrito con marcador, además en el mejor de los casos, te pueden asaltar y madrear a tí en persona, más real ya no se puede.

Comentario obvio número 2

"Eso ya está arreglado, ya saben quién va a ganar"

No es ningún misterio, al igual que en la serie de comics de Marvel vs DC, gana el más popular, eso sí, primero cada uno debe ganar una caída, para hacer el asunto más entretenido.

Comentario obvio número 3

"Cuando se avientan de la tercera cuerda, el otro los recibe para que no se partan el hocico".

No hay que ser personaje de novela de Arthur Conan Doyle para notar que el luchador al que están a punto de caerle encima, extiende los brazos en dirección de su "atacante" para amortiguar su caída.

Comentario aparentemente obvio número 4

"Se echan sangre artificial"

Mirando de cerca, o esperando a que el camarógrafo haga un acercamiento, eventualmente se puede percibir de manera razonablemente clara, una herida en la frente del luchador al que le acaban de sacar sangre, lo curioso del asunto es que invariablemente, la herida es en la frente.

Si alguno de ustedes, en un despliegue de estupidez, se ha hecho una herida en la frente, habrá notado que no se requiere de una lesión importante para llenarse la cara de glóbulos rojos, "las heridas en la frente son escandalosas" como dicen los antíguos, pero usando desinfectante, lo más probable es que ese tipo de heridas no dejen cicatriz visible.

Conclusiones:

1 Aunque sean manazos y patadas anunciadas, no cualquier cabrón se sube a la lona arriesgándose a que un "gordo de gimnasio" de 120 kilos lo agarre desprevenido con un patadón en los huevos (las patadas van a la ingle, pero a veces les falla)

2 Por más incultos que sean, aunque sea una vez los deben haber mandado al teatro en la secundaria o la prepa, pues bien, supongamos que fueron a ver "Hamlet", al finalizar la función, nadie la hace de pedo porque los actores no se mataron con las espadas, mucho menos porque ya estuviera definido que Hamlet ensarta al rey (con la espada) antes de morir.

La lucha libre es una especie de teatro, pero con menos diálogos y más sillazos en la espalda.

3. Aunque te digan que hay un profesional debidamente entrenado para frenar tu caída, no cualquier hijo de vecina se avienta un salto mortal hacia atrás desde una altura superior a los dos metros.

4. Las cortadas en la frente no representan un peligro serio para la salud, sin embargo, se requiere de algo más que buena voluntad para cortarse o dejarse cortar la frente.

Resumiendo:

Los que discuten acerca de la veracidad de los encuentros de lucha libre son unos idiotas de lo peor y deberían existir leyes para prevenir el nacimiento de este tipo de errores de la naturaleza.

Odio a la gente, especialmente a los que arman grandes debates a partir de pendejadas obvias.

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