sábado, noviembre 25, 2006

El año de Hidalgo

Mientras escribo estas estupideces, las banquetas de la calle donde se ubica mi centro de operaciones, está sufriendo una remodelación.

Hago énfasis en la palabra sufriendo, porque la garrafal pendejada que le están haciendo solo puede ser equiparable a una cirugía mayor innecesaria, puro sufrir a lo pendejo.

Este es el aspecto actual de la banqueta:



Este desmadre es lo que queda de una banqueta en perfecto estado, anexo una foto de la banqueta de enfrente, en el mismo estado impecable en el que se hallaba la anterior antes de ser víctima de la violenta voracidad de algún delincuente de oficina:





Entre las pocas cosas que me agradan del lugar donde vivo se encontraban estas banquetas, una elegante franja contínua de asfalto, con un borde de cemento pintado de amarillo.

La pregunta obligada es ¿Qué no era más fácil y barato arrancar el pasto de la orilla y volver a pintar de amarillo el borde? a fin de cuentas, la banqueta no tenía un solo desperfecto, nada de grietas, chipotes ni hoyos.


La respuesta es sencilla, solo hay que pensar un poco.

Estamos ante los últimos días del sexenio, por lo tanto, muchas personas con algún cargo público están nerviosas porque saben que el tiempo de robar "conforme a derecho" se les está acabando, así que deciden realizar toda clase de obras públicas, por disparatadas, redundantes o inútiles que éstas sean.


Lo anterior les reporta dos beneficios:


1 Pueden vanagloriarse de que dichas obras se hayan realizado durante su mandato y callar los rumores de que son unos huevones sedientos de dinero que nunca hicieron ni madres.


2 La empresa que se avienta la obra, les extiende una factura donde aparece una cifra cinco o diez veces mayor a lo que en realidad cobraron, de este por cada cien metros de banqueta que se cambie a lo pendejo por un pedorro piso de cemento chafa, el culero en jefe se va a poder comprar un BMW.


Odio a la gente, pero a los que desverijan la via pública para embolsarse una lana deberían practicarles un lavado intestinal con salsa de chiles habaneros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Podrías chuparte el pito por una hora y seguirías pensando pendejada tras pendejada.

Relájate.